lunes, 12 de octubre de 2009

Oscuridad

Solo en uno de los calabozos mas profundos, uno de aquellos oscuros y humedos zulos del polvorin en los que abandonar a los prisioneros mas molestos. Aun no terminaba de comprender el por qué de mi reclusión. Yo crei en la aparicion de Sally como señal de que todo marchaba bien y en una oportunidad para aclarar mis dudas, pero nisiquiera quiso una explicacion. Se limito a observar y cerciorarse si de que de veras era yo quien estaba creando tantas interrogantes. Empiezo a pensar que le sorprendió verme con vida.

El polvorin estaba constituido por un estricto sistema feudal en el que la deslealtad se pagaba con la vida. Un sistema duro, pero funcional. Sin embargo algunos miembros eran demasiado valiosos para ser eliminados. Esto habia creado una gran turbación en el alto mando.

LLevava dos dias aqui metido, no habia luz en mi celda mas allá de la que podia distinguir por la trampilla de mi celda tres veces al dia para recojer las "raciones" de comida. Podian meterselas por el culo.

La oscuridad, el silencio, la incomodidad y el... dolor. Cuanto menos te esperas una traición mas duele la patada. Pero Sally... no podia ser real, pero tampoco pensaba limitarme a lamerme las heridas. Hacia mucho tiempo que me había insensibilizado ante cosas peores, saldria de esto y conseguiria mis respuestas, alguien tendria que darmelas, valla si tendria que hacerlo.

-La cena Shepperd!

La madre que los pario...

jueves, 8 de octubre de 2009

Problemas de sueño

Hacia tiempo que no escuchaba esa voz. El estirado de Beck se giró y salió por la puerta sin siquiera despedirse, oficiales...

- Hacia tiempo que te daba por muerto shep, en unos minutos estoy contigo.

Se escucho un corte brusco en el intercomunicador y alli me quedé, sentado en la silla metalica esperando. Pasaron 10 minutos o 20 no se, cuando escuché un estruendo ensordecedor en la puerta de entrada. Caí de la silla hacia atras y me quedé mirando al techo maldiciendo mi suerte.
Como los mercenarios consiguieran entrar en el recinto no podría hacer mas que llevarme a unos cuantos antes de caer. Ellos no se andan con tonterias y me habian quitado todo mi equipo en la entrada, desarmado no tengo nada que hacer.
A los pocos segundos escucho un motor rugir y el silbido de un misil cruzando por delante de la puerta. Ésto me resulta familiar... salgo al pasillo y ahi está. Una harley armada con cohetes antitanque y un jamaicano disparando a diestro y siniestro.

- JOHNNY!!!! PENSE QUE NO IBAS A SALIR NUNCA!!!
- Pero tu que coño haces aqui¿? mira como lo estas poniendo todo!!!
- NO TE ENTIENDO NADA TIO, ESTO SUENA DE COJONES!!!

jamaicanos...

Pero que coño? Me tiran un vaso de agua por encima y me levanto sobresaltado. Guau, nunca pensé que un uniforme le pudiera quedar tan bien a nadie.

- Esque no pensabas pasarte por aqui hasta que te mataran?
- Nena, aun es temprano para los reproches no?
- Serás hijo de perra, sabes en el marron que estoy metida por tu culpa?
- Que pasa, no das controlado a tu papi?

Plas! hechaba de menos esto.

- Has estado entrenando? no te recordaba tan rapida.
- Seria capaz de darte una paliza con las manos atadas a la espalda.
- Grrr.

Plas! pero que coño!

lunes, 5 de octubre de 2009

El Polvorin

-Identificación -Esa fue la única palabra pronunciada mientras dos soldados uniformados y con un brazalete negro en el brazo apuntaban sus rifles de asalto en dirección a mi pecho mientras un tercero clavaba en mi su mirada con una arrogancia fuera de lugar. No eran mas que simples centinelas y por el numero de estrellas en su brazalete sabia que no llevaban mas de un año en el polvorín. Aun así si mi respuesta no era la adecuada no tendrían ningún problema a la hora de llenarme el pecho de plomo.
-Brigada especial, numero 204 E -No había ninguna necesidad de darles mi nombre, ni tampoco ellos lo esperaban. No hubo respuesta. Para alguien ajeno a la estructura del polvorín podría resultar extraño ver que no se tomaba ninguna medida en respuesta, pero yo sabia que detrás de la puerta del bunker un escriba tenia la oreja puesta en nuestra conversión y en estos momentos buscaba mi ficha en el registro de tropas. Luego llegarían las preguntas, sin duda muchas de ellas complicadas de responder. Abrieron el portón.
-Acompañenos.

Me encontraba ahora en lo que llamábamos la "sala de espera" (un pequeño conjunto de celdas próximas a la entrada del bunker), posiblemente a la espera de que algún oficial me interrogase. En el polvorin no ven con buenos ojos que uno de sus soldados, y mucho menos un agente de élite desaparezca durante un año. Para cualquier otro la pena seria la muerte, pero yo manejaba suficiente información para evitarme todo eso. Siempre me había gustado ir por libre, y mientras los resultados sean favorables, al General no le compensa perder mis servicios.

- Agente especial John Shepherd, numero de identificación 204 E. No esperaba verle por aquí.
- ¿Puedo saber con quien estoy hablando? -Mi voz sonó firme a cada pulso. Apenas dos o tres personas en la ciudadela recibían mi respeto, aunque posiblemente lo merecieran muchas mas.
- Aquí las preguntas las hago yo señor Shepherd. Y no debería jugar demasiado, su situación pende de un hilo. Hace un año que fue enviado a una misión que según mis informes no debería haber durado mas de una semana. ¿Tiene alguna respuesta para esto?
- ¿Se encuentra el General en la base?
- Responda a la pregunta señor Shepherd
- No estoy autorizado para revelarle mis informes a nadie mas que al General
- Responderá ante mi, asique conteste a la pregunta señor Shepherd, ¿que razón hay para que no regresase a la base al igual que hicieron el resto de su equipo?

Me quede desconcertado. Mis compañeros habían fallecido cuando regresábamos a la base, yo mismo vi como los pasaban por el cuchillo aquellos jodidos mercenarios. La emboscada hubiese sido perfecta de no ser por la pura casualidad de encontrarme peinando la zona en busca de alguna amenaza cuando ellos cayeron encima del campamento. No hubiera podido hacer nada, fue todo tan rápido... Pero pude ver como quemaban los cadáveres y nuestras pertenecias. Nos superaban ampliamente en numero.

- Lo siento Teniente Beck, pero no puede responder ante usted. - La mirada del oficial cambio completamente en apenas tres segundos, dejando atrás todo rastro de arrogancia por este recién adquirido brillo de sorpresa

sábado, 3 de octubre de 2009

Caminando

Me desperte en mitad de la noche sin razon alguna, miré a mi alrededor y no vi mas que las sombras que juegan bajo la luna llena. Silencio. Hace mucho que no duermo en condiciones. Soñar es un lujo que pocos se pueden permitir hoy en dia y una vez despierto nunca conseguí volver a dormir. La noche era clara y la luna llena, asi que recogí mi campamento y caminé hacia el Este como venia haciendo desde varios dias. Siempre me gusto caminar hacia el sol, la luz roja me recuerda a ella, antes de que todo cambiara.
No me suelo poner melancolico tan temprano, como cambiaron las cosas en tan poco tiempo. Recuerdo cuando era niño y veia la tele a estas horas. Me despertaba temprano y me quedaba mirandola embobado hasta que mi madre se levantaba para hacer el desayuno. En aquellos tiempos no pensaba en la situacion que estaba apunto de estallar. Eran cosas de adultos. Cuando se rompió el saco tube que crecer rapido para adapatarme a mi nueva situacion. El mundo perdio su equilibrio precario tras la guerra y ahora los que lo tenian todo viven en la miseria sobreviviendo como pueden. Los paises que se decia subdesarrolados son hoy dia las potencias mas prosperas, pues no hay quien les impida que crezcan, el sistema electrico mundial colapsó despues de la guerra. todas las lineas fueron inutilizadas por una nueva especie de virus bionico que se extendio como un rayo afectando incluso a sus creadores. Nadie esperaba que pasara eso, pero hay momentos en los que la desesperacion es mas fuerte que la razon. Se perdió toda la infraestructura energetica, plantas termicas, hidroelectricas... todo. Lo que sumio al mundo en un caos incontrolable. Fue como volver a la edad media pero con fusiles de asalto de alta tecnologia. El ejercito no tenia la posibilidad de comunicarse con lo cual las unidades comenzaron a organizarse de forma individual controlando zonas que se convirtieron mas tarde en una especie de feudos controlados por un señor de la guerra. Hacia uno de ellos me dirigo, un antiguo almacen de armas y municiones que alojaba la mayor parte de la produccion armamentistica. El polvorin tiene sus propias reglas, los nativos llevan brazaletes negros y tienen que cumplir servicio militar obligatorio de por vida, forman una guardia de elite en la cual entrar es practicamente imposible y tienen contacto directo con el señor.

jueves, 1 de octubre de 2009

Capitulo I

La noche era extremadamente fría, como todas y cada una en los últimos 19 años. Sobre el improvisado campamento y un anochecer mas veloz de lo previsto el cielo era completamente negro, sin estrellas. El clima era demasiado húmedo como para encontar ramas secas y encender ese maldito fuego que mis huesos estaban pidiendo a gritos. Esto es algo que no debería haber sucedido. ¿Por qué coño había anochecido tan rápido?
No parecía que fuese a ser una noche fácil, así que vacié la mochila para registrar mis pertenencias escasas en busca de algo que pudiese calmar ese monstruo que rugía hambriento desde mis entrañas. Una sombra de dolor cruzo mi rostro al vaciar la mochila: aproximadamente 1/4 del paquete de arroz, dos frutos que había recojido la tarde anterior y algo de cecina seca. Eso era lo que quedaba de mis víveres. Junto a ellos reposaban dos cantimploras (una de ellas vacía), un cuchillo de montaña, la oxidada cazuela y un trozo de pedernal. Bueno, también tenia unos calcetines de repuesto.

Dos meses aproximadamente desde la ultima vez que pise rastros de civilización. Me asqueaba la simple idea de volver. Pero parecía el único camino posible. Además había otro asunto que me inquietaba y sobre el que posiblemente averiguase algo en el Polvorín.

Decidí no racionar demasiado la comida ya que confiaba en moverme rápido y llegar en un par de días. Al no poder hervir agua comí lo mas tranquilamente que fui capaz las tiras de carne seca que me quedaban y lo remate con una de las frutas. Decidí conservar la otra para el desayuno, me haría falta toda la energía posible, pero esta noche no tenia en mente pasar hambre.

Dilemas de un cerebro humano


"Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”